La historia del baloncesto empezó a escribirse un día como, hoy pero en 1891, cuando un profesor de educación física de Massachusetts inventó un deporte de interior que mantuviera en forma a los estudiantes durante el invierno.
Naismith fue encomendado para dar vida en un plazo de 14 días a una actividad atlética que permitiera a los jóvenes distraerse de la ferocidad del invierno en Nueva Inglaterra.
Fue así como Naismith comenzó a escribir la historia del básquetbol e ideó un juego consistente en hacer caer una pelota, los primeros partidos se jugaron con balones de fútbol, sobre unas cestas colgadas en altura.
«Les enseñé las dos cestas de melocotones colgadas a ambos lados del gimnasio antes de explicarles que la idea era lanzar la pelota en la cesta del equipo contrario, entonces formados por nueve jugadores. Soplé el silbato y así arrancó el primer partido de baloncesto», recordaba Naismith en un programa de radio de la época.
Versiones sobre la historia del básquetbol difieren respecto de si eran cestos para recoger manzanas o duraznos, pero coinciden en que se trataba de canastas fruteros y que, cada vez que el balón caía en su interior, los jugadores debían detener el partido para sacarlo y continuar con el juego.