El Mercosur celebra su 64ª cumbre en Asunción con notables ausencias y nuevos horizontes comerciales. El presidente argentino Javier Milei, gran ausente, optó por asistir a una convención de ultraderecha en Brasil, enviando a su canciller Diana Mondino en su lugar. Esta decisión refleja las tensiones internas del bloque, con Argentina abogando por recortes presupuestarios mientras Brasil defiende fortalecer las instituciones.
La cumbre marca un hito histórico con la inclusión oficial de Bolivia como miembro pleno y la participación de Panamá como invitado, señalando un acercamiento hacia Centroamérica. El presidente paraguayo Santiago Peña, al traspasar la presidencia rotatoria a Uruguay, enfatizó la necesidad de acciones concretas para fortalecer la integración regional.
Un tema central es la búsqueda de nuevos socios comerciales, con China emergiendo como prioridad. El presidente uruguayo Luis Lacalle Pou anunció su intención de acercarse al gigante asiático durante su presidencia, una movida respaldada por Brasil pero que enfrenta resistencia de Paraguay debido a sus lazos con Taiwán.
Mientras tanto, el acuerdo con la Unión Europea sigue estancado. El presidente brasileño Lula da Silva atribuyó el retraso a «contradicciones internas» de los europeos, señalando los desafíos en el capítulo agrícola y las exigencias medioambientales como principales obstáculos.
Esta cumbre refleja un Mercosur en transición, buscando equilibrar sus dinámicas internas con la necesidad de expandir sus horizontes comerciales en un escenario global cada vez más complejo.
