domingo, diciembre 22, 2024

Incendios, humo y Covid

Editorial del 5 de octubre de 2020

Cuando la semana pasada terminamos de publicar nuestra editorial donde llamábamos la atención sobre el humo que teñía el cielo asunceno, producto de quemazones e incendios provocados o no, empezaron a llegar noticias de nuevos y mas focos de incendio. Entre el martes y el jueves se contaron 12.000 focos de fuego, producto de temperaturas inusitadamente altas, marcando 43 y 44 grados de calor, la humedad apenas superaba el 30%, y vientos del sector norte soplando a 40 kms por hora. Estas mediciones hacían ver un panorama dantesco.

No alcanzaban las dotaciones de bomberos para sofocar el fuego, se empezó a hablar de pedir aviones hidrantes a países vecinos, y finalmente el jueves el Senado resolvió declarar al país en Emergencia Nacional, medida que fue ratificada por la Cámara de Diputados el viernes.

El humo, por su parte, cubría cada hora que transcurría una porción mas de territorio, las ciudades estaban cubiertas por una espesa niebla de humo tóxico, donde una vez mas la solución era quedarse en casa.

Luego de las declaraciones de emergencia, calmó el fuego y el peligro fue disminuyendo poco a poco. Hoy no tenemos un recuento sobre daños a las propiedades, pero se habla de una pérdida de 12.000 cabezas de ganado.

El fin de semana nos sorprendió con un frente frío del sur que bajó la temperatura, pero sin asomo de caer una gota de lluvia sobre la lastimada vegetación y cultivos urbanos y rurales.

Al mismo tiempo conviviendo con la pandemia, el Ministro de Salud Pública en su conferencia de los viernes, expresó que aconsejaría al presidente declarar terminada la etapa de fases y declarar liberadas todas las actividades comerciales, industriales y de servicios, dejando la responsabilidad del cuidado ante el COVID a cargo de cada uno de los habitantes, sin que el paternalismo estatal fuera quien indique la actitud a asumir ante cada día de pandemia.

Se reglamentó una libertad que de hecho la población ya había resuelto no respetar, cansada de vivir bajo el yugo de un virus que no sabemos cuando dejará de convivir con nosotros.

Así nos quedamos con que hay que cuidarse y, el lavado de manos, el uso adecuado de tapabocas y nariz y el distanciamiento social de al menos dos metros son obligatorios, pero donde cada uno de nosotros debemos imponer nuestra voluntad y criterio para cumplir con esas disposiciones.

La naturaleza castiga a la población como pretendiendo llamar su atención sobre algún comportamiento que pareciera le disgusta.

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