El presidente Santiago Peña promulgó recientemente la ley para la implementación del tren de cercanías, un proyecto que se había promocionado como clave para el transporte en Paraguay, pero que ahora enfrenta grandes dudas sobre su viabilidad. Tras el fracaso de las negociaciones con Corea del Sur, el gobierno busca reflotar la iniciativa, pero se teme que, como otros proyectos, también fracase.
El desafío principal radica en la rentabilidad del servicio, ya que, según expertos del sector ferroviario, es difícil que el sector privado se involucre en una inversión de esta magnitud. Se estima que el proyecto requerirá una inversión total de 600 millones de dólares, de los cuales el sector privado debería aportar 450 millones, una cifra que genera dudas sobre su factibilidad. Si bien el gobierno apuesta por una Alianza Público-Privada (APP), este modelo podría resultar inviable para un proyecto ferroviario de tal envergadura.
Además, el hermetismo del gobierno y la falta de claridad sobre la reglamentación técnica del proyecto generan incertidumbre. Aunque se proyecta que el tren podría transportar hasta 60.000 usuarios diarios, las dificultades financieras y los costos operativos siguen siendo obstáculos importantes.
El proyecto de tren de cercanías se enfrenta a la posibilidad de un nuevo fracaso, similar al que vivió el proyecto Metrobús bajo el gobierno de Horacio Cartes, lo que deja a los ciudadanos y expertos con más preguntas que respuestas.