El clima político en Dinamarca es tenso tras las recientes amenazas de Donald Trump de imponer aranceles elevados y de utilizar la fuerza militar para apoderarse de Groenlandia, un territorio autónomo de Dinamarca. El gobierno danés, liderado por la primera ministra Mette Frederiksen, ha intentado mantener la calma y evitar escalar la crisis, pero las declaraciones de Trump han generado un profundo nerviosismo tanto a nivel político como empresarial en Copenhague.
Aunque Frederiksen descartó la posibilidad de una intervención militar, dejó claro que Groenlandia, con su creciente inclinación hacia la independencia, debe decidir su propio futuro. En este contexto, se han celebrado reuniones de urgencia entre los líderes daneses y groenlandeses, mientras que los comentarios de Trump siguen siendo considerados una provocación por muchos en Dinamarca.
La situación también tiene implicaciones económicas. Si Trump impone altos aranceles a Dinamarca, se prevé una caída del Producto Interno Bruto (PIB) del país, con posibles represalias por parte de la Unión Europea. Los nervios son palpables en el sector comercial, que ya teme una guerra comercial que afecte gravemente a la economía danesa.
En Europa, varios líderes políticos han advertido que cualquier intento de cambiar las fronteras soberanas será resistido. La inquietud sobre las acciones de Trump persiste, mientras Dinamarca se prepara para lo que podría ser una nueva era de tensión internacional.