El Departamento de Canindeyú, en la frontera con Brasil, vive bajo la sombra del Clan Díaz, un grupo criminal que se ha fortalecido en los últimos años y que ya rivaliza con las bandas más poderosas de la región, como la liderada por Felipe Santiago Acosta, alias «Macho». Dedicados al tráfico de drogas, extorsión, sicariato y otros delitos, el Clan Díaz ha instaurado el terror en las comunidades locales, imponiendo «impuestos» a productores y sembrando violencia a lo largo del territorio.
Este grupo emergió tras el asesinato de Cristino Díaz, acribillado en 2024 en un ataque vinculado con la banda de Macho. Su muerte desató una lucha por el control de las rutas del narcotráfico en localidades como Britez Cué, y dejó al mando a su hermano menor, Diego Díaz Méndez. Junto a él, figuras como Jorge Argüello Ayala (alias «Pucarí») y Miguel Ángel González Jacquet, un ex oficial de policía, han consolidado el poder del clan, cuyas actividades ilícitas incluyen, además del narcotráfico, el sicariato y la extorsión.
El Clan Díaz opera principalmente en zonas boscosas y entre la población, moviéndose de un lugar a otro para evadir a las autoridades. Además, según las investigaciones, reciben apoyo logístico y asesoramiento del Primer Comando Capital (PCC), una de las organizaciones criminales más poderosas de Brasil.
A pesar de la identificación de varios de sus miembros y las órdenes de captura emitidas, el grupo continúa expandiendo su influencia. Incluso se ha informado sobre posibles ataques a las patrullas y a miembros de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC), lo que mantiene en alerta máxima a las fuerzas de seguridad. La lucha por desarticular al Clan Díaz continúa, pero el panorama es cada vez más complejo y peligroso.
