En 2024, la ciberseguridad se ha convertido en una de las mayores preocupaciones globales, con un alarmante aumento en los ciberataques y un impacto económico sin precedentes. Según el Foro Económico Mundial, nueve de cada diez organizaciones han sufrido al menos un ataque, y las proyecciones para 2025 indican que las pérdidas derivadas de la ciberdelincuencia podrían superar los 10,5 billones de dólares anuales. Esta cifra desmesurada supera incluso el Producto Interno Bruto (PIB) de las mayores economías del mundo.
Las amenazas cibernéticas no solo están en aumento, sino que también se están volviendo más sofisticadas. El uso de inteligencia artificial por parte de los ciberdelincuentes ha hecho que los ataques sean más difíciles de detectar y prevenir. En promedio, cada organización enfrenta 1,876 intentos de intrusión semanales, lo que marca un incremento del 75% respecto al año anterior.
A pesar de estos riesgos, solo el 20% de las organizaciones está realmente preparada para enfrentar ciberataques, lo que subraya la urgente necesidad de mejorar la infraestructura de ciberseguridad. Además, la escasez de profesionales capacitados en este ámbito es otro obstáculo crítico. Se estima que el mundo necesita casi cuatro millones de expertos en ciberseguridad, una brecha que podría reducirse en los próximos años con un aumento proyectado del 32% en la cantidad de trabajadores en el sector.
El phishing y el ransomware siguen siendo las principales amenazas, especialmente en sectores críticos como la manufactura, energía y transporte. La prevención es fundamental para mitigar los daños. Expertos recomiendan fortalecer los sistemas de defensa, capacitar al personal y adoptar estrategias proactivas para reducir el impacto de los ciberataques en el futuro.