Tras casi un cuarto de siglo de negociaciones, la Unión Europea (UE) y el Mercosur lograron cerrar un acuerdo comercial que promete transformar el comercio entre ambos bloques. El tratado, pactado en Montevideo durante la cumbre de Jefes de Estado, busca eliminar aranceles para un mercado combinado de más de 700 millones de personas, pero aún debe ser ratificado por los parlamentos de los países miembros.
Avances y obstáculos
Las negociaciones, iniciadas en 2000, avanzaron lentamente debido a diferencias sobre estándares medioambientales y preocupaciones por la competencia desleal. Para superar los desacuerdos, se incluyó un anexo que refuerza compromisos con el Acuerdo de París y promueve productos sostenibles.
Por su parte, el Mercosur obtuvo concesiones importantes, como la exclusión de compras gubernamentales en sectores sensibles y la extensión de plazos para la eliminación de aranceles en vehículos eléctricos.
Posturas divergentes
El acuerdo ha generado divisiones internas en la UE. Francia, bajo presión de sus agricultores, sigue oponiéndose al tratado, mientras España y Alemania destacan sus beneficios económicos. En el Mercosur, Brasil, liderado por Luiz Inácio Lula da Silva, ha sido el mayor impulsor, señalando la calidad de sus productos y la reducción de la deforestación como garantías para avanzar en las negociaciones.
Un acuerdo histórico
De aprobarse, este será el mayor tratado comercial de la historia para ambos bloques, fortaleciendo un vínculo económico estratégico. En 2023, la UE representó el 17% de las importaciones del Mercosur, mientras que el bloque sudamericano fue el décimo mayor socio de la UE, con un comercio bilateral de más de USD 115.000 millones.
El pacto abre una nueva era en las relaciones entre Europa y Sudamérica, marcando un hito en el comercio global.